
En la previa, el partido era accesible. Eso lo hacía difícil para un grupo como Pancuca, acostumbrado a desaprovechar oportunidades. Pero el equipo se plantó bien en todas sus líneas., con una defensa sólida y concentrada; un mediocampo bien parado, jugando con pases cortos y haciendo buenas combinaciones con los delanteros; y un arquero que tuvo una mañana para el recuerdo. Así se marcó la diferencia entre los dos equipos durante el primer tiempo.
Si señores, el Tero sacó pelotas increíbles, volando de palo a palo y estando donde tenía que estar, rememorando al gran Angel David Comizzo. Esto demuestra que el verde la pasó mal en tres o cuatro oportunidades en las cuales los bombazos de Dunga llegaron cerca, pero en el arco pancuquero había una muralla disfrazada de ave.
Pancuca salió a noquear. Golpeó de entrada y rápidamente se puso dos a cero, ajusticiando a un alicaído Dunga, que parecía desangrarse en la lona. Primero fue el Pela, demostrando dotes de oportunista y buen definidor luego de una destacada jugada del Pini (en gran momento futbolístico).
Luego, a pocos minutos del 1 a 0, Pato Olivera aprovechó una pelota perdida en el área chica y la mandó a dormir en las redes del equipo rival (alguien se animó en ese momento a desplegar una extensa bandera que decía “Basile, Pato es argentino y delantero”).
Y usted se preguntará "Pero cómo, ¿no hubo goles errados inexplicablemente?". La respuesta es "sí, claro, por parte de los dos equipos". Pero a quién le importaba, si Pancuca parecía haber liquidado el asunto en los primeros 45 minutos. Tal es así que el Dt del verde hizo cinco cambios simultáneos en el descanso, algo importantísimo para que todos se adapten y ganen confianza para las próximas batallas y para renovar el aire. Esto influyó en el desorden generalizado, pero la garra pancuquera fue la misma.
A los 5 minutos del segundo tiempo, la Chancha Stickar hizo una jugada de otro partido. Gambeteó a un rival (si, hasta pareció quebrar la cintura, a lo turquito Asad), y no dudó en darle un puntinazo a la caprichosa, generando el grito de gol tranquilizador. Bajaron cánticos de las tribunas, al grito de “el tridente no se mancha”. ¿Y Dunga? Claro está, no se quedó pasivo. Descontó en la mitad de los segundos 45 minutos, y luego se dedicó a ensuciar el partido con juego brusco a los verdes. Pero el árbitro le mostró rápidamente la roja a uno de sus jugadores por una patada descalificadota al pibe Parietti, tratando de amedrentar a la valiosa cantera pancuquera. Pero así lograron lo que querían: hacer expulsar a uno de los mejores jugadores del partido, El Pini Martín Villaverde,
que luego de sufrir un mal cruce se sacó de encima al rival con sus manos. Un hecho injusto que desembocaría en lo que acutualmente es un escándalo en el mundo futbolístico: una suspensión arbitraria de un año al habilidoso mediocampista.
Luego de las expulsiones el partido cayó en una meseta y solo quedó esperar al final para que se decretara la victoria de Pancuca. Así sigue prendido en la punta, luchando en los lugares de privilegio.
El saldoPositivo en el resultado, aunque la amargura por la suspensión del Pini entristeció los festejos pancuqueros. Esperemos que se haga justicia.
Por Andrés Polaco Zurbzycki
Columnista oficial de Pancuca